Queridos Amigos de la Academia,
Vivimos en un mar de energía que le debe su origen a un proceso divino o a lo que Las Claves de Enoch® llama la ‘Evolución Superior’. Toda la vida se deriva de una proyección de energía cuántica armónica divina creándose y descubriéndose ‘a sí misma’ y nosotros, aquí en el planeta tierra, somos una manifestación de esa experiencia divina. Lo nuevo en todo esto es que los científicos se están haciendo más conscientes de las implicaciones teológicas al reconocer que los mecanismos evolutivos no son simplemente acoplamientos de resonancia de una noción estática de energía sino que emanan de una holoarquía de procesos de Vida más plenos. La Humanidad está pasando por experiencias de encarnación y extensión de energía en donde las frecuencias superiores de Luz son los estímulos principales para los procesos creativos más grandiosos.
La Vida es, por tanto, una función de flujo de lo que, en su nivel más elevado, se llama Amor. La experiencia del Amor o la falta de Amor en cualquier momento puede ser entendida dentro de los principios científicos que traen la resonancia y la estructura a los campos de la existencia, por lo cual podemos declarar lo siguiente:
* Primero, ahora se está reconociendo que la “Luz” es la base de la creación. Sin embargo, no se trata de la “luz” convencional sino de la Luz superlumínica que permite la manifestación y la intersección de muchos espectros electromagnéticos.
* Segundo, la vida no es simplemente el subproducto de la evolución solar. Más bien, es el proceso de configuraciones energéticas dinámicas en donde, a la postre, todo el ADN humano puede ser entendido en conexión con un despliegue de conciencia más grandioso.
* Tercero, los denominados poderes positivos, poderes sustentadores del “amor activo”, son los que están detrás de las interacciones armoniosas y de los equilibrios de energía, que son la base de la verdadera física sustentadora del universo. Las emanaciones impulsadas por Amor o las radiaciones resonantes superiores son, por lo tanto, la “materia” a través de la cual se sostiene a la evolución de la humanidad.
Consecuentemente, estamos vinculados a los reinos de la supra-conciencia en donde los hechos y los objetos están universalmente conectados. Y cuando una persona es dinámicamente consciente de su conciencia superior o de su existencia de “mente cuántica” es posible que experimente los muchos mundos en esta vida, ya que está operando concientemente dentro del Árbol de la Vida mayor.
Los científicos que estudian a la ‘nueva física’ están comenzando a entender este campo de conciencia mayor, en donde la velocidad de la transmisión de la información puede volverse infinita. Consecuentemente, entender nuestra interconectividad nos libera de nuestras limitaciones y nos vuelve parte de la totalidad amorosa mayor. Por lo tanto, sostenemos que la vida es una función de flujo que, en su nivel más alto, se llama Amor incondicional, que es representado como una resonancia superior que activa para nosotros los niveles superiores de aceptación en el entramado biocósmico al que estamos vinculados. Más aún, la experiencia de la Felicidad en cualquier momento puede ser entendida dentro de los principios de resonancia y de Unidad.
Somos parte de los poderes sustentadores, positivos, de “amor activo” que pueden brindar felicidad en cualquiera y en todo momento si es que elegimos aceptarlos. Solamente tenemos que reconocer las interacciones armoniosas y los equilibrios de energía que son la base de la verdadera física sustentadora del universo. La Humanidad está pasando por experiencias de encarnación de energía pero estamos rodeados de emanaciones impulsadas por amor o radiaciones superiores resonantes; sólo necesitamos reconocer el gran Gozo de ser parte de un proceso de pensamiento y sensibilidad de la Creación Infinita. Al abandonar la separación de afuera y adentro podemos ver que los hermanos y hermanas somos como “Uno” en el despliegue más grandioso de la vida.
Dres. J.J. y Desiree Hurtak
La Academia para la Ciencia Futura