Querido Lector,
Es momento de empezar a entender nuestra identidad: no estamos limitados al proceso de evolución en el planeta Tierra. Nuestro mismo código de la vida, el ADN, proviene de los bloques de construcción que existen en todo el universo. La naturaleza única del agua ha sido encontrada ahora en la luna y en los planetas vecinos, lo cual sugiere un cuadro evolutivo más amplio. ¿No somos únicos cada uno de nosotros? Por supuesto que sí, pero también somos iguales en muchos niveles de la existencia. Cuando comenzamos a entender y a apreciar la “igualdad” y no la “exclusividad”, comenzamos a cerrar la brecha que nos ha dividido por milenios. Por lo tanto, además de los aspectos científicos acerca de quiénes somos desde el punto de vista de nuestro ADN, necesitamos movernos a un entendimiento nuevo sobre cómo garantizar una ‘Cultura de Paz’ y de integridad en el mundo real. Para lograrlo debemos de examinar la unificación de lo que somos dentro y fuera en el anteproyecto más grande de la vida.
Podemos estar enfrentando los altibajos de un ciclo económico, pero el problema real no se basa en los promedios diarios del mercado económico que cambia dramáticamente como una montaña rusa, sino en nuestra capacidad de vernos como una humanidad colectiva debajo de la piel. Muchos de los problemas actuales se derivan de la psicología del “Yo” que tiene que ser mayor que el “nosotros”. Hay quienes nunca piensan en el “nosotros” a menos que puedan identificarse personalmente solo con los de su propio grupo o familia. Esta simplemente no es una imagen lo suficientemente grande.
En esta revista, examinamos los detalles de un ‘Proyecto para darle un Espacio a la Paz’ desde la perspectiva de los educadores y de los científicos sociales que están trabajando con nosotros a la vanguardia del cambio social. Ellos entienden que para nuestra civilización con sus 6.8 billones de personas más los que están por prosperar, debemos de proporcionarles un abrazo de largo alcance de futurismo y holismo, tanto a nivel local como a nivel mundial. Eso significa un cambio en la mayoría de los paradigmas que existen; solo entonces podremos establecer una verdadera cultura de paz.
Nuestro trabajo debe dirigirse a la necesidad urgente de una Ética Global que preserve lo que queda de los recursos del planeta Tierra. También necesitamos una Bioética para salvaguardar los potenciales recientemente descubiertos del código del ADN, que no deberían ni dividirse ni subdividirse ni ser propiedad de las compañías y consorcios de patentes internacionales. El tiempo para entender quiénes somos y cómo estamos interconectados a través de nuestro ADN – lo que Las Claves de Enoc® (Clave 202) revela como el “Código de Dios” – nos ayuda a entender nuestro lugar en el civismo y en el compañerismo de la Casa de las Muchas Moradas. Estamos aquí solo temporalmente, ya que tenemos un potencial Divino que nunca ha estado completamente limitado a los confines del planeta Tierra.
— J.J. Hurtak, Ph.D., Ph.D
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