Querido Lector,
Hoy en día, somos testigos del triunfo del genoma humano material y de los hallazgos en el mundo de la física de las partículas que trascienden lo material hacia el reino de lo no-material. La perspectiva de que el genoma contiene la esencia de la naturaleza humana hace surgir varios problemas. Enfatizar el escenario evolutivo limita nuestra capacidad de ver el hábitat mayor y el diseño de la simiente.
En contraste, están los nuevos descubrimientos de Brookhaven: disparar un rayo intenso de muones hacia un campo magnético uniforme, reveló la capacidad de los muones de transformarse en partículas más pesadas llamadas virtuales y luego retroceder, indicando que fuerzas ocultas particulares, como la gravedad y el magnetismo, pueden estar en juego de una manera predecible. Es necesaria una cierta cantidad de precaución, pero si estos resultados se confirman, se abriría la puerta para la comprensión más fundamental del diseño inteligente detrás de los genes, las proteínas y la bioinformación “chatarra” en el código de la Vida. Ciertamente, se necesita más trabajo en la física de vacío y temperatura del cero absoluto, lo cual ya ha desafiado a la corriente principal de la teoría de la física.
La existencia de la predictibilidad alude a un diseño inteligente, reemplazando a la noción moderna de una creación diseñada aleatoriamente (al azar) como Darwin nos había hecho creer. Viendo el genoma humano simplemente como otro peldaño en la escalera evolutiva, estamos ignorando un diseño interdimensional implícito mayor, del poder del “Espíritu” que entró en la organización de la Creación antes de la manifestación de la materia y la luz. Además, estamos alentando la expectativa de que el genoma humano será la última palabra acerca de la creación humana y el propósito humano. Pero esta expectativa es una ilusión.
Aún cuando la genética y la física puedan capacitarnos para manejar un poder creciente sobre nuestro destino y ayudarnos a entender nuestro pasado, esto no quiere decir que las formas más tradicionales de investigación acerca de nosotros mismos, hayan sido sustituidas por una comprensión mayor de la biología humana. Más que nunca, necesitamos una explicación más completa acerca de la conciencia que vaya de acuerdo con la química, y una comprensión de que no sólo ha de descubrirse en la mecánica cuántica y en la teoría del caos un orden sutil matemático, sino una dirección mayor de conciencia.
Además, ser “humano” significa más que tener un genoma humano: significa tener una identidad narrativa propia. De igual manera, la membresía en la familia galáctica involucra vínculos no sólo con el gusano, el ratón, el cerdo y el chimpancé, que comparten los mismos bloques edificantes de la vida, sino también con el Homo Universalis que no puede ser reducido a una taxonomía (clasificación). Respecto a la cuestión de la naturaleza humana, necesitamos un nuevo comienzo filosófico que no puede ser proporcionado simplemente al ver las líneas de ensamblaje solo de los genes.
Que la vibración de lo que los antiguos vieron como la Ley Divina continúe prevaleciendo en nuestras vidas, porque es la clave no sólo del patrón del genoma humano sino del “templo” de la Humanidad en la imagen del Divino.
— J.J. Hurtak, Ph.D., Ph.D.

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